Somos lo que pensamos

¿Qué es lo que más te gusta de ti? Suelo entregar esta pregunta por escrito en la consulta cuando necesito una persona que se enfrente al hecho de que es mucho mas que un cuerpo «sufriente». Y con mucha frecuencia la primera respuesta que obtengo cuando la lee es una exclamación de impotencia, como si le hubiera colocado frente a una gran montaña y le hubiera dicho: Adelante, tienes que llegar arriba, ¡ahora!

No nos resulta demasiado difícil definirnos por nuestra profesión: «soy médico, taxista, peón o barrendera», o por el rol más valorado de los que desempeñamos: «soy madre, esposo, amigo, amiga, amante …» Pero pocas veces tenemos una conciencia clara de quiénes somos desde una visión global, analizándonos como un todo.

«Somos lo que pensamos. Todo lo que somos con nuestros pensamientos aumento. Con nuestros pensamientos, hacemos nuestro mundo» (Buda).

Y si somos lo que pensamos ¿por qué dedicamos tanto tiempo a pensar en todo lo negativo que hay alrededor, a envidiar, a juzgar, a temer, a odiar? ¿Por qué no buscamos el lado amable de la vida, la sonrisa, el compromiso, el humor?

Hasta finales de la década de los 70 se consideraba que el optimismo era de un déficit psicológico, una señal de una debilidad y inmadurez de carácter. No es de extrañar que, aún hoy en día, cuando alguien nos habla de ver el lado positivo de la vida tengamos un cierto rechazo a seguir escuchando. No vaya a ser que piensen de nosotros que somos inmaduros o débiles de carácter …

Pero no seré yo quien ponga en duda la sabiduría de Buda; si soy lo que pienso… ¡Elijo el optimismo!

Da el primer paso

En estas fechas resulta muy socorrido escribir artículos acerca de qué hacer para que se cumplan nuestras metas. Si uno se pasea por la web se puede encontrar un sin fin de artículos e innumerables recetas sobre los pasos para hacer realidad, este año sí, nuestras metas, propósitos y buenas intenciones.

No nos vamos a engañar. En enero todos nos cargamos de buenos deseos y de un montón de planes para el año que comienza. Están los clásicos de perder peso, dejar de fumar, aprender inglés, retomar los estudios… Y también los que cada uno de nosotros guardamos en el fondo de nuestra alma deseando que se cumplan, sin atrevernos casi a mencionarlos por inconfesables.
Dicen los expertos en esto de planificar, que para que las metas se cumplan, un paso imprescindible es ponerlas por escrito. Y una vez escritas, tenerlas bien cerca y poder leerlas de vez en cuando, para recordarlas.
Una vez escritas, divídelas en pasos más pequeños y decidir cual es el primero que necesitas dar. Si te planteas tu objetivo como un todo se convierte en algo «enorme» y lo más probable es que te sientas incapaz de conseguirlo, o «tan lejano» que pienses que nunca lo podrás alcanzar. Pero, si conviertes cada paso a recorrer hasta alcanzar tu meta en una nueva meta «intermedia», descubres que el esfuerzo que necesitas hacer de cada vez no es tan grande.
Sin darte cuenta, el camino hacia tu objetivo se habrá llenado de pequeñas etapas que pueden ser muy sencillas de alcanzar. Y en cada una de ellas, lo mas importante es concentrarte en dar el primer paso.
Porque … ¿cómo te comerías un elefante? Evidentemente: filete a filete.

El árbol que da frutos

Hoy he leído en Facebook el comentario de un amigo, molesto por lo que se había dicho de él en un artículo en un periódico importante de España. Rápidamente he recordado una frase de esas que te envian por correo electrónico, pero de las que conviene mantener «frescas» en la memoria:

«Sólo se tiran piedras contra el árbol que da frutos«.
Estoy convencida de que si él no fuera importante y no estuviera haciendo las cosas bien, nadie se tomaría la molestia de escribir nada sobre él, ni bueno, ni malo.
A veces queremos el éxito y el triunfo pero no nos preparamos para aceptar las críticas que eso conlleva. Hay quienes nos critican sólo por un ejercicio de simple envidia, pero también hay quien nos critica porque no está de acuerdo con el modo en el que hacemos las cosas, y eso está bien, la diversidad es buena, las opiniones diferentes son buenas… Pero cuando nos descalifican y nos atacan desde la burla porque no tienen argumentos, entonces, lo único que consiguen es elevarnos por encima de nuestros propios logros.
Tal vez sea el momento de plantearnos cómo son nuestras críticas hacia los demás.  ¿Envidiamos el fruto ajeno y le tiramos piedras para tratar de hacernos con él, o nos dedicamos a cultivar nuestros propios frutos?
¿Tú qué opinas?