Somos lo que pensamos

¿Qué es lo que más te gusta de ti? Suelo entregar esta pregunta por escrito en la consulta cuando necesito una persona que se enfrente al hecho de que es mucho mas que un cuerpo «sufriente». Y con mucha frecuencia la primera respuesta que obtengo cuando la lee es una exclamación de impotencia, como si le hubiera colocado frente a una gran montaña y le hubiera dicho: Adelante, tienes que llegar arriba, ¡ahora!

No nos resulta demasiado difícil definirnos por nuestra profesión: «soy médico, taxista, peón o barrendera», o por el rol más valorado de los que desempeñamos: «soy madre, esposo, amigo, amiga, amante …» Pero pocas veces tenemos una conciencia clara de quiénes somos desde una visión global, analizándonos como un todo.

«Somos lo que pensamos. Todo lo que somos con nuestros pensamientos aumento. Con nuestros pensamientos, hacemos nuestro mundo» (Buda).

Y si somos lo que pensamos ¿por qué dedicamos tanto tiempo a pensar en todo lo negativo que hay alrededor, a envidiar, a juzgar, a temer, a odiar? ¿Por qué no buscamos el lado amable de la vida, la sonrisa, el compromiso, el humor?

Hasta finales de la década de los 70 se consideraba que el optimismo era de un déficit psicológico, una señal de una debilidad y inmadurez de carácter. No es de extrañar que, aún hoy en día, cuando alguien nos habla de ver el lado positivo de la vida tengamos un cierto rechazo a seguir escuchando. No vaya a ser que piensen de nosotros que somos inmaduros o débiles de carácter …

Pero no seré yo quien ponga en duda la sabiduría de Buda; si soy lo que pienso… ¡Elijo el optimismo!

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