Síndrome post-vacacional: Siete consejos para evitarlo

 Artículos en prensa, reportajes en las televisiones, conversaciones en la cafetería… El tema del regreso al trabajo y el fin de las vacaciones de verano es uno de más repetidos durante el mes de septiembre. Este síndrome hace referencia al malestar que sienten cada vez más personas al tener que reincorporarse a sus puestos de trabajo. Pero ¿es un problema real o se trata de una moda más? ¿Es grave? ¿Cómo puedo saber si tengo el síndrome? Y sobre todo ¿qué puedo hacer?

El artículo 38.1 del Estatuto de los Trabajadores recoge el derecho al disfrute de un mínimo de 30 días de vacaciones por año efectivamente trabajado. Muchas empresas cierran durante el mes de agosto forzando a sus empleados a tomar el mes completo de vacaciones.

En los últimos años estamos asistiendo a un aumento del número de personas que padecen una serie de trastornos asociados a la finalización de las vacaciones de verano y que los algunos han denominado ya como “síndrome post-vacacional”. Así se recogía en el estudio “Hábitos del verano para superar el síndrome post-vacacional”, realizado por la consultora Quota y promovido por Cerveceros de España, allás por el año 2006.

En los últimos años, a pesar de que la crisis ha provocado que algunos vean el trabajo con ojos diferentes, parece que no ha desparecido este efecto que puede provocar tomar muchos días de vacaciones seguidos.

Pero, ¿cómo reconocer el «síndrome» post-vacacional?

Los síntomas más frecuentes pueden ser tanto fisiológicos como psicológicos.

Entre los síntomas físicos que pueden aparecer están el cansancio injustificado, la falta de apetito y de concentración, la sensación de ahogo, los problemas de estómago y las nauseas, la somnolencia o el insomnio, las palpitaciones, la taquicardia y los dolores musculares. Desde el punto de vista psicológico, el síndrome post-vacacional provoca tensión, irritabilidad, ansiedad, tristeza, apatía, pasotismo y una profunda sensación de vacío y desánimo.

Los síntomas suelen perdurar unos pocos días, aunque en casos aislados pueden persistir hasta dos semanas. Si con el paso de los días no recuperamos el ritmo habitual y los síntomas permanecen más de tres semanas sería conveniente visitar al médico. Debemos descartar que el malestar se deba a otras causas.

Según los estudios realizados, si tienes entre 25 y 40 años eres un buen candidato a convertirte en parte del 35% de trabajadores españoles que sufren esta alteración.

Siete consejos para evitarlo

1. Regresa paulatinamente a tu horario de rutina. Pasar bruscamente de la ausencia de horarios que solemos permitirnos durante las vacaciones, a un horario estricto marcado por la jornada laboral empeora el proceso de adaptación. Deja atrás la siesta y el acostarte tarde.

2 . Divide las vacaciones en quincenas, si te lo permite la empresa. La idea de que quedan por delante once meses para volver a disfrutar de las vacaciones puede acabar con la moral de cualquiera.

3. Adelanta el regreso. No esperes hasta el último día para volver. Deja un par de días para pasarlos en casa relajándote del viaje y adaptándote al ritmo habitual.

4. Evita incorporarte en lunes a tu puesto de trabajo. La idea de tener por delante toda una semana de trabajo hace más difícil la vuelta. Organiza los días de vacaciones para incorporarte a mitad de semana. Psicológicamente el impacto es menor.

5. Tómate algún tiempo para ponerte al día. No pretendas liquidar el primer día todo lo que ha ido retrasándose durante las vacaciones. Ahora más que nunca es imprescindible que apliques alguna técnica de gestión del tiempo que te permita sacar trabajo sin agobiarte con los plazos.

6. Fomenta las buenas relaciones laborales. Trata de conseguir un buen ambiente con jefes, compañeros y colaboradores. Siempre será más agradable pensar en la vuelta.

7. Elige mantener una actitud positiva. Ante el mismo hecho, la vuelta al trabajo, tu decides qué actitud tomar. Dependiendo de tu percepción de la situación, los síntomas pueden agravarse o pueden no llegar siquiera a aparecer.

Otra vez septiembre… un buen momento para iniciar proyectos

Y a continuación de leer el título de este artículo, ¿qué has pensado? Elige una de las dos opciones:

a) ¡Bien!
b) ¡Dios mío, no!

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Septiembre, otro buen momento para iniciar proyectos

Hay determinados momentos a lo largo del año que aprovechamos para poner en práctica los buenos propósitos, para iniciar nuevos planes, para retomar las tareas pendientes que ya no queremos (o no podemos, o no debemos) dejar pasar…

Y septiembre es uno de esos momentos. Tal vez uno de los más importantes después del principio de año. Una nueva etapa. En muchas empresas un nuevo año fiscal. En los colegios un nuevo curso. Y en nuestras vidas una nueva oportunidad de ponernos manos a la obra con esos cambios que, por una u otra razón, hemos decidido realizar en nuestras vidas.

Hay parejas que se separan en septiembre. Muchas. Hartos de posponer la decisión fatal, llegan a septiembre y deciden que ya no pueden esperar más. Unos saturados por las muchas horas de convivencia pasadas juntos en el período vacacional; otros porque gracias a esos momentos de compartir en familia se dan cuenta de todo lo que no tienen durante el año.

Pero en septiembre también volvemos a la rutina. Esa tan deseada rutina de quienes quieren una vida tranquila sin sobresaltos y sin demasiadas novedades. Pero que a otros les llena de desidia y aburrimiento por lo repetitivo.

A tí te toca decidir cómo va a ser tu mes de septiembre, tu nuevo curso. Puedes decidir que es el mes ideal para esos cambios que tienes pendientes y que te van a ocurrir más cosas buenas que malas… (entonces habrás seleccionado la opción a) ¡bien!.)

O puedes elegir aburrirte por la rutina que otra vez acecha en tu vida, y echar de menos los largos días de sol (entonces es posible que hayas seleccionado la opción b) ¡Dios mío, no!.)

Como casi siempre, en tus manos está elegir cómo quieres vivir: añorando lo que ya ha pasado o esperando con optimismo lo que está por llegar. La felicidad se encuentra también en las pequeñas decisiones de cada día.

Descubre si estás saboteando tu propio éxito

cerebro y corazónCuando las cosas no salen como esperábamos nos sentimos frustrados y heridos en la línea de flotación de nuestra autoestima. Pero, ¿te has parado a pensar si eres tú quien boicotea tus propios planes con pensamientos paralizantes?

 

Nuestro cerebro parlante

Te voy a pedir que hagas un sencillo ejercicio. Cierra los ojos y quédate cinco minutos sin pensar en nada.

Si acostumbras a hacer meditación es posible que esta fase ya la tengas superada. ¿A qué fase me estoy refiriendo? A la de tomar conciencia de que nuestro cerebro (mente, parte pensante, o cómo quieras referirte al centro donde se forman los pensamientos), no se calla nunca.

Si has podido permanecer en “silencio mental” durante los cinco minutos, ¡enhorabuena! Eso significa que tienes mucho camino recorrido para poder hacerte con los mandos de tus pensamientos.

Pero si eres como la mayoría de los mortales, lo más probable es que tu mente haya viajado hacia las situaciones más inverosímiles. Desde recordar la lista de la compra, hasta planificar cómo pedir un aumento a tu jefe, pasando por no poder quitarte del pensamiento el oso blanco de Tolstoi.

Lo cierto es que resulta prácticamente imposible no pensar en nada (en realidad no era un “sencillo ejercicio”).

¿En qué pensamos cuando pensamos?

Esto es lo mismo que preguntarnos acerca de nuestro diálogo interno. En realidad lo que nos interesa saber es cómo nutrimos nuestros pensamientos, con qué materia prima.

La mejor forma de explicarlo es mediante un ejemplo. Estás delante de alguien que te atrae y al que te gustaría conocer. Sólo tienes que presentarte e iniciar una conversación con él o ella. ¿Cuáles son tus pensamientos en esta situación?

Piensas en lo interesante que será el tema de conversación, en que tiene una voz agradable, en que podrás demostrarle que eres buen conversador…

O por el contrario te preguntas por qué alguien tan interesante iba a querer conocerte. Nunca se te ocurren temas de conversación interesantes y además sabes que pensará que te entrometes, que pondrá una excusa de que no tiene tiempo y te dejará con la palabra en la boca y quedarás como un tonto entrometido.

No es difícil adivinar en cuál de los dos casos darías el paso de presentarte. Así es como juegan nuestros pensamientos en nuestro favor o en nuestra contra.

Analiza tus pensamientos

El ser humano es el único animal, que se sepa, que puede reflexionar sobre el contenido de sus pensamientos. Es el momento de poner a funcionar esta capacidad para beneficiarnos de ella.

Si hay un área de tu vida en la que de forma persistente las cosas no salen como te gustaría, debes analizar con qué pensamientos estás alimentando esa parte de tu vida. Cuál es tu diálogo interno. Te motivas o te pones excusas.

Cuando nos decimos a nosotros mismos que no seremos capaces de hacer algo, ¿cómo esperar que lo hagamos? Para otro capítulo queda analizar porqué nos boicoteamos de esta forma.

 

La Navidad que viene

Un año más nos acercamos a esas fechas tan entrañables para unos y tan ingratas para otros. Porque la Navidad no significa lo mismo para todos nosotros. Hay quien la disfruta y hay quien la sufre. Hay quien vuelve a revivir emociones de la infancia y hay a quien los recuerdos se le aferran al alma como un dolor…

Sea cuál sea tu opinión acerca de las fechas que se avecinan, recuerda que siempre tienes la opción de elegir qué quieres hacer con esos sentimientos. Puedes pasar estas fechas amargado por el consumismo desatado que te rodea o aprovechar para tener un detalle con aquellas personas que han estado a tu lado cuando las cosas no iban bien. Puedes quedarte abrazado a tu dolor por el recuerdo de los que ya no están contigo o dedicarles lo mejor de ti ofreciendo una sonrisa a quien la necesite aún más que tú.

Lo cierto es que la Navidad se acerca y sólo tú puedes elegir cómo vas a vivir estas fechas. Por mi parte, te deseo lo mejor…

Felicitación