Como ciencia viva que es, la Psicología siempre ha sabido adaptarse al devenir de los tiempos. Explicaciones y enfoques que hasta hace pocas fechas eran impensables, ahora se abren camino entre teorías arraigadas. Aunque muchas de ellas más por su persistencia en el tiempo que por su demostración empírica.
No se puede negar que también en la investigación científica han existido, y continúan existiendo, temas tabú. Temas que por una u otra razón son denostados por los más insignes teóricos del momento. Es en este panorama en el que el paradigma de la psicología positiva ha conseguido abrirse paso.
Algunos autores, que se están dando a conocer asociados a este nuevo enfoque, insisten en desligar esta manera de entender la Psicología de otras pseudociencias. En concreto aluden al extendido método de la autoayuda, que tanto éxito está teniendo en los últimos años, sobre todo en lo que a venta de libros se refiere.
Una vez que entremos a conocer más a fondo qué hay detrás de la Psicología Positiva, podremos comprender que efectivamente hay grandes diferencias. Pero sería injusto no reconocer al menos una cierta correlación temporal. La Psicología Positiva ha encontrado en el momento actual la predisposición necesaria para surgir con cierta relevancia. Y corrientes nuevas como la filosofía espiritual o los métodos de autoayuda, le han dejado allanado el camino.
¿Psicología positiva versus Psicología negativa?
La primera aclaración hay que hacerla en relación al nombre de esta nueva orientación psicológica. El calificativo de “positiva” está haciendo referencia a las cualidades positivas del ser humano, que pasan a ser su objeto de estudio.
Se abandona la orientación tradicional que centraba su objeto de estudio y su razón de ser en la enfermedad, el trastorno y la conducta problema.
La psicología positiva estudia las emociones positivas, su influencia en la conducta de las personas y sus consecuencias. Pero lo hace con el mismo rigor científico que otras orientaciones de más arraigo.
Cuando el paciente se convierte en cliente
Estamos en la era de la democratización del conocimiento. Internet ha hecho posible que todos podamos acceder a los contenidos de cualquier disciplina desde la red.
Pierde fuerza el modelo asumido durante años por la psicología en el que el profesional tenía todos los conocimientos y el paciente acudía para curarse o para resolver sus problemas, aceptando sin más el diagnóstico y el tratamiento. Ahora, quien acude a consulta tiene creada su propia opinión y debe tenerse en cuenta. Cada vez más, hay personas que acuden al psicólogo no porque tengan un problema, sino porque quieren mejorar una situación dada, o su propio bienestar. Estas personas esperan ser tratadas como clientes y no como pacientes.
Se trata de un salto cualitativo en la atención psicológica. Tomemos como ejemplo el tratamiento conductual-cognitivo de la depresión.
Si una persona con síntomas depresivos mejora poniendo en práctica una serie de técnicas y habilidades, ¿qué ocurrirá si alguien que no padece depresión aprende a beneficiarse de esas mismas técnicas y habilidades?
En cierto sentido la psicología positiva es una forma de hacer prevención. Hasta ahora el psicólogo sólo era necesario cuando ya había aparecido el problema y su trabajo consistía principalmente en diagnosticar y tratar. Con el enfoque positivo se busca analizar las emociones positivas que ayudan a las personas a tener mayor calidad de vida, a desarrollarse y a ser más felices. En definitiva a tener mayor bienestar.
Esta búsqueda del bienestar es lo que hace que se confunda la psicología positiva con otras teorías sobre la felicidad que circulan por todas partes.
Emociones positivas
Optimismo : Este término procedente del latín optimum (lo mejor), hace referencia a la capacidad de las personas para enfocarse en los aspectos mejores de una situación dada. Es una disposición a esperar encontrarse con cosas positivas y buenas. La relación entre optimismo y bienestar han hecho que ésta sea una de las emociones más importantes de la psicología positiva.
Sentido del humor : Como ya hemos dicho, la psicología positiva busca la demostración empírica de sus enunciados. Las investigaciones que se han realizado acerca de la risa proporcionan un gran sustento teórico. Hay suficiente evidencia para poder afirmar que la risa reduce el estrés y la ansiedad y, en consecuencia, mejora la salud física de las personas.
Adaptabilidad : También llamada resiliencia. Es la capacidad que tienen algunas personas para adaptarse a las situaciones adversas de la vida. Los terribles atentados terroristas de Nueva York y Madrid han proporcionado numerosos casos de estudio de personas enfrentadas a estrés postraumático.
Creatividad : Es la capacidad de crear cosas nuevas, de buscar nuevas posibilidades, de encontrar soluciones diferentes. Los resultados de las últimas investigaciones parecen no coincidir con la idea que hasta ahora se tenía sobre la creatividad: no parece ser un rasgo estable de la personalidad, sino más bien un conjunto de habilidades cognitivas y conocimientos técnicos. Por tanto, la creatividad se puede entrenar y desarrollar.
Desarrollo y bienestar personal
Se considera que por cada emoción positiva hay al menos cuatro emociones negativas. Además las emociones negativas nos han servido como aliadas a lo largo de nuestra historia por su capacidad adaptativa.
Sólo en los últimos años se ha comenzado a valorar la posibilidad de estudiar las variables que favorecen el desarrollo personal del individuo. Se ha comenzado a admitir el bienestar como objeto de estudio con suficiente entidad. La sociedad jamás podrá alcanzar unos niveles mínimos de bienestar si no se consigue esto mismo para los individuos que la forman.
En definitiva, este modelo canaliza las emociones positivas hacia la prevención de situaciones negativas y ofrece soluciones saludables para enfrentarse a los problemas ineludibles que el mero hecho de vivir trae aparejados.
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