Un conflicto que no se puede o no se sabe solucionar a tiempo acaba por convertirse en un problema. Los conflictos no son malos en sí mismos, ya que nos dan la oportunidad de cambiar y desarrollarnos. De avanzar y no quedarnos estancados siempre en el mismo punto. Pero también pueden ser la peor de nuestras pesadillas si no sabemos cómo resolverlos.
Se puede decir que toda empresa se encuentra en uno de estos tres momentos posibles: Ausencia de conflictos, Conflictos constructivos y Conflictos destructivos.
La lógica y la educación que nos enseñaron nuestros mayores en casa y nuestros maestros en el colegio, nos hacen pensar que lo ideal es la ausencia de conflictos, pero ¿podemos estar equivocados? Sí. Sin duda los conflictos no son algo negativo en sí mismos.
Ausencia de conflictos
Éste parece ser el estado ideal que cualquiera firmaría para su empresa, pero lo cierto es que confundimos conflicto con problema y no son la misma cosa. Como hemos dicho, los problemas surgen cuando no somos capaces de dar una respuesta adecuada a un conflicto.
Una empresa en la que no se producen conflictos es como una barca sin patrón que viaja a la deriva, sin rumbo. Los empleados dejan de esforzarse y de preocuparse porque todo marcha con suavidad y con tranquilidad. Se relajan las costumbres y… antes o después la barca termina estrellándose contra las rocas. En nuestro caso, contra la competencia.
Conflictos constructivos
El origen de los conflictos puede ser diverso, pero con independencia de su naturaleza, suponen un beneficio para la empresa: la mantienen viva y con capacidad competitiva.
Siguiendo el ejemplo de la navegación, nos encontraríamos ante un barco con tripulación y patrón que debe llegar a destino. Cuando deja de soplar el viento, deben ponerse a remar. Aparece el conflicto. Si no reman, el conflicto pasa a convertirse en problema, porque jamás llegarían a su destino.
El estadio de conflicto constructivo permite a las empresas solucionar problemas, resolver diferencias o mejorar productos. Además ayuda al personal a resolver los desafíos que se le presentan. Los conflictos bien gestionados favorecen una cultura de colaboración dentro de la empresa.
Conflictos destructivos
Como su nombre nos está indicando, las empresas que pasan demasiado tiempo en este estadio acaban desapareciendo. Podemos decir que el final es el mismo que en el caso de ausencia de conflictos, pero más rápido y más traumático.
Los conflictos que no se ven o no se saben solucionar, acaban por destruir la empresa: clientes que desconfían, empleados desmoralizados, grupos enfrentados, recursos desperdiciados…
En nuestro barco particular podríamos decir que se ha producido un motín a bordo sin que nadie haya hecho nada por evitarlo.
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