Anualmente se publican los resultados de un estudio longitudinal que está realizando la Universidad de Michigan. El objetivo del estudio es medir el grado de felicidad de la población de distintos países.
Como era de esperar, los resultados, en líneas generales, indican que los ciudadanos más felices son aquellos que viven en los países con rentas per cápita más altas. De esto se podría deducir que a más bienestar económico mayor felicidad.
Pero no. Resulta que los hispanos y los españoles somos especiales. Esa imágen que damos al mundo de reir ante las dificultades, parece quedar demostrada en este estudio realizado por el catedrático de Psicología norteamericano, Chris Peterson.
Tratando de encontrar una explicación para estos resultados se ha descubierto que el hecho de que sepamos poner «al mal tiempo buena cara«, se debe a nuestras relaciones familiares. Por tanto, tener buenas relaciones familiares es un factor que ayuda a ser más feliz, más incluso que el solo hecho de contar con unos buenos ingresos a fin de mes. Esta puede ser la explicación de por qué los japoneses tienen puntuaciones en felicidad por debajo de los hispanos a pesar de vivir con mayores ingresos económicos.
Pero si a pesar de ser hispano o español, te sientes más infeliz que la media de tus vecinos, no debes desesperarte. El estudio asegura que todo el mundo tiene la capacidad de aprender a ser más feliz.