10 formas de motivar a sus empleados (II)

Como ya indicábamos en el artículo anterior, uno de los mayores activos de la empresa es contar con una plantilla motivada. Además de mejorar el ambiente de trabajo facilita el compromiso de los empleados con la empresa para la que trabajan. Cuando las personas se sienten justamente reconocidas tienden a demostrar su lealtad mejorando en lo posible su desempeño laboral.

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Resumen
  • De bien nacido es ser agradecido… y además mejora la relación con los trabajadores.
  • Dedique algo de su tiempo a conocer qué piensan sus empleados. Podemos aprender mucho de nuestro negocio escuchando a los demás. 
  • La forma más rápida y eficaz de conseguir que un trabajador haga bien su trabajo es ofrecerle información acerca de cómo lo está haciendo.
  • Cuide el ambiente laboral. A nadie le gusta pasar un tercio de su día rodeado de malas caras y vibraciones negativas.
  • Permita que las personas que trabajan con usted tengan información acerca de la empresa. No se puede amar aquello que se desconoce.
  1. Sea agradecido 

Hay una tendencia generalizada a creer que el agradecimiento a un empleado queda establecido con el pago de la nómina. El salario debe ser la justa retribución por un trabajo realizado y no un incentivo.

Tenemos poca cultura social para agradecer. Sabemos perfectamente cómo decir a alguien lo que nos molesta de él, pero nos cuesta mucho más trabajo cuando se trata de dar las gracias.

Haga una prueba: envíe una nota agradeciendo su tiempo e interés a ese empleado que hizo horas extras para terminar un proyecto. Será un reconocimiento que tardará en olvidar. O siéntese frente a él y agradezca su esfuerzo. O ambas cosas. No deje pasar demasiado tiempo. Agradezca con frecuencia y de forma sincera.

  1. Dedique tiempo a sus trabajadores

 Las personas necesitamos ser escuchadas. Tal vez éste sea uno de los comportamientos que más satisfacción nos produce: que nos escuchen… y más si se trata de nuestro propio jefe.

Encuentre tiempo para reunirse con sus empleados y escucharlos. Será un tiempo bien invertido.

  1. Proporcione feedback (retroalimentación, información del proceso)

 Mantenga a la plantilla informada acerca de su desempeño. Aunque son mejor que nada, las revisiones anuales dejan poco margen de maniobra para mejorar las cosas. Sea específico al ofrecer información. Y recuerde que, hasta en la peor de las situaciones, se puede sacar algo positivo.

Informe al empleado de su rendimiento, del rendimiento del departamento y el de la empresa. Permítale obtener una idea clara de su posición con respecto al resto de trabajadores y de cuáles son los objetivos a conseguir para mejorar.

  1. Cuide el ambiente de trabajo

 Sea amable con todo el mundo. Si ha de recriminar a un empleado hágalo en privado, si ha de reconocer su labor hágalo en público. Salude a las personas por su nombre.

Las normas de cortesía que sigue su empresa con los clientes externos deben hacerse extensivas también a sus clientes internos, es decir, a sus empleados.

  1. Proporcione información sobre la empresa

Permita a sus empleados conocer todos los productos de la empresa, no sólo aquéllos con los que tienen relación directa. Posibilite que tengan una visión de conjunto de la empresa en la que trabajan. Cuanto más conozcan la empresa más vinculados se sentirán a ella.

El sentimiento de pertenencia a un grupo es uno de los motivadores más ancestrales del ser humano. Las personas nos definimos por los grupos a los que nos sentimos vinculados y de los cuales nos sentimos orgullosos (equipo de fútbol, partido político, barrio, empresa para la que trabajamos…)

Para que los empleados se puedan sentir orgullosos de pertenecer a una empresa deben conocer qué características la definen dentro del mercado y la hacen distinta de las otras: ventas, premios recibidos, niveles de satisfacción de clientes o empleados, política de ascensos…

Las grandes compañías conocen muy bien la importancia del sentimiento de pertenencia. Prueba de ello es que a todos sus nuevos empleados les ofrecen formación acerca de cómo funciona la empresa, del papel que van a realizar en ella y de cómo su desempeño afectará a sus compañeros y al funcionamiento general de la compañía.

En el último capítulo abordaremos temas tan importantes como el establecimiento de alianzas con cada trabajador, la necesidad de compartir los éxitos de la empresa con los empleados o cómo hacer evaluaciones del desempeño eficaces.

10 formas de motivar a sus empleados (I)

Las empresas que cuentan con plantillas motivadas son también las que presentan mejores números en la cuenta de resultados. Las personas que tienen una alta motivación suelen rendir más en sus trabajos, aprovechan mejor el tiempo y alcanzan con mayor facilidad los objetivos marcados por la empresa. Esto supone un claro beneficio tanto para la empresa como para el propio empleado.

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Resumen
  •  El estudio de los efectos de la motivación en el rendimiento tiene una larga tradición.
  •  Aumentar la motivación de los empleados únicamente a través del salario se convierte en una medida perversa que acaba fomentando el efecto contrario al que se pretendía. 
  • Las 10 formas de motivar a la plantilla que presentamos no tienen coste económico, pero necesitan de la participación de todos los trabajadores de la empresa.

La investigación sobre la motivación se centra básicamente en descubrir los por qué de la conducta humana. Antes de que la Psicología apareciera como ciencia, los filósofos y teólogos ya elaboraban teorías acerca de los motivos que llevaban a una persona a comportarse en una situación determinada de una manera y no de otra.

Algunas de las teorías más conocidas sobre la motivación humana se desarrollaron a mediados del siglo pasado pero sus efectos alcanzan hasta hoy en día.

Maslow publicó en 1954 el resultado de sus investigaciones. Su teoría de la Pirámide se basa en una jerarquía de las necesidades que las personas necesitamos cubrir. Esta teoría se ha visto popularizada a raíz de la aparición de un anuncio publicitario de una conocida marca de carburantes.

  • McClelland redujo a tres estas necesidades: necesidad de pertenencia o afiliación, necesidad de realización o logro y necesidad de poder o control.
  • Holland, por su parte, catalogó seis tipos de personalidad (Realista, Intelectual, Social, Conformista, Dominante y Estética) y los relacionó con los intereses profesionales predominantes para cada tipo.
  • La publicación del libro de Daniel Goleman “La Inteligencia Emocional” ha revitalizado el estudio de la motivación. Para Goleman la capacidad de motivarse a uno mismo es una de las cinco competencias que forman la IE (Inteligencia Emocional). Las personas que dominan esta competencia suelen ser más productivas y eficaces en todo lo que hacen.

Mucho más que dinero…

No negaremos lo evidente: el dinero es importante. Es lo que nos motiva a acudir cada día a nuestro lugar de trabajo. Con el salario cubrimos gran parte de las necesidades que Maslow recoge en la base de su pirámide: alimento, ropa, ocio, etc.

Cuando recibimos por primera vez una compensación económica por el resultado de nuestro trabajo, es evidente que nuestra motivación alcanza niveles máximos. Entendemos esa bonificación como justa recompensa a nuestro trabajo bien hecho.

El peligro está en que, una vez que ese aumento dinerario se repite, pasa a considerarse como un derecho adquirido, como un plus a añadir en nuestra nómina, perdiendo así todo su poder para motivarnos. Es más, si un día dejamos de percibirlo, se consigue el efecto contrario: sentimos que nos privan de algo que ya nos pertenecía, creando el consiguiente malestar.

No se trata de que deban desaparecer las compensaciones económicas. Pero no se pueden convertir en el único método empleado para motivar al personal.

10 formas económicas de motivar

  1. Sea agradecido
  2. Dedique tiempo a sus trabajadores
  3. Proporcione feedback (retroalimentación, información del proceso)
  4. Cuide el ambiente de trabajo
  5. Proporcione información sobre la empresa
  6. Involucre a los empleados
  7. Fomente la autonomía
  8. Establezca alianzas con cada trabajador
  9. Celebre los éxitos
  10. Utilice el desempeño para discriminar la tarea realizada.

En próximos capítulos nos extenderemos en cada una de estas formas de motivación. Cada cuál podrá aplicar aquéllas que considere más oportunas para su propia situación. Pero no olvide que cuántas más medidas sea capaz de poner en práctica, mayor será la motivación de su personal.

Si te falta tiempo, aclara tus metas

falta de tiempoEl gran pensador y filósofo alemán Friederich Nietzsche escribió en cierta ocasión que «una vez que descubres el para qué, cualquier cómo es bueno». Esta es una máxima interesante a tener en cuenta antes de que comencemos a pensar en cómo alcanzar nuestras metas.

Quien más quien menos, en los tiempos que corren, todos vivimos sobrecargados de trabajo, obligados en ocasiones a renunciar a ciertas cosas para poder llegar a tiempo a otras. Es cierto que nuestra sociedad ha avanzado mucho en todos los campos, pero ya hemos comenzado a pagar el precio por ello: nos falta tiempo.

Tiempo. Lo único que no podemos comprar ni vender. Para cada uno de nosotros comienza el día con los mismos minutos por delante para hacer con ellos lo que queramos. O al menos así debería ser. Porque muchas veces acabamos pensando que no hacemos lo que queremos sino lo que nos vemos obligados a hacer por las circunstancias que nos rodean. Pero ¿tiene que ser esto así realmente?

Claridad de metas

Hay personas que han instalado su vida en la urgencia y siempre van faltos de tiempo a todas partes. Su queja es que el día debería tener para ellos algunas horas más que para el resto de los mortales. Intentan organizarse, recurren a agendas que difícilmente pueden cumplir y se comprometen con plazos de los que terminan siendo esclavos.

En el otro extremo, en cambio, están aquellos que ven como pasan los días por delante de sí y no saben cómo atrapar las horas que ven escapar ante ellos. Nunca encuentran el momento de ponerse «manos a la obra». Se acuestan siempre con la sensación de «otro día que ha pasado en blanco».

Lo que tienen en común estos dos tipos de personas es su falta de claridad en sus «para qué». Si no tenemos claras nuestras metas no podremos encaminarnos hacia ellas. Nunca sabremos si vamos por el buen camino o estamos perdidos intentando complacer a los demás, cumpliendo las metas de otros pero no las nuestras.

No todo lo urgente es importante

Cuando no tenemos claros nuestros objetivos en la vida somos incapaces de decidir qué cosas son realmente importantes. Si no nos planteamos para qué hacemos las cosas nunca podremos saber si la tarea que reclama nuestra atención entra dentro de las que son importantes para nosotros o no.

La característica más definitoria de las personas exitosas es que son muy hábiles enfocando su trabajo hacia sus objetivos, sus metas, sus «para qué». Tienen claro aquéllo que desean conseguir y trabajan enfocándose para lograrlo. Se centran en lo que es importante y diferencian si es realmente urgente o no.

Para hacer un poco más complicada la situación, las tareas urgentes por lo general son más divertidas que las importantes, cuando las hacemos es más probable que alguien quede complacido, son más vistosas. Por el contrario las tareas importantes son las más tediosas, las que nos obligan a hacer un esfuerzo extra, las que en el fondo sabemos que debemos realizar ya, pero preferimos ir dejándolas a un lado hasta que acaban convirtiéndose en urgentes. Y son las que marcan la diferencia entre quienes viven agobiados por los plazos y quienes se centran en las tareas que al final les reportan grandes beneficios.

Nos será mucho más sencillo entenderlo si ponemos el conocido ejemplo del estudiante. Nuestro amigo universitario puede elegir entre lo importante, que es llevar las materias al días y hacer sus tareas o bien salir a divertirse con otros jóvenes y estudiar la noche antes del exámen. Para elegir entre una conducta y otra le ayudará mucho tener claro su propio «para qué», su propio objetivo.

Parémonos un momento a pensar en cuáles son nuestros objetivos en la vida, nuestros propios «para qué»: ganar más dinero, dedicar más tiempo a la familia, aumentar nuestras relaciones sociales, ascender a la junta directiva de la empresa, crear nuestra propia empresa, dedicarnos a los necesitados del mundo… Cualquier objetivo es bueno… aunque no todos nos proporcionan, a la larga, la misma satisfacción con nosotros mismos.

Cuál es el precio del éxito

camino al exitoVivimos en una sociedad cada vez más hedonista. Buscamos el placer por el placer y lo justificamos con expresiones como «yo no he venido a este mundo a sufrir». Pero, entre el sufrimiento inútil y la total falta de esfuerzo y compromiso con el mundo que nos rodea, hay un amplio abanico de posibilidades que nos acercan a la felicidad.

El valor del éxito

No me refiero aquí al precio que se paga por alcanzar el éxito. Sino más bien a la toma de conciencia de lo importante que es para el ser humano planificar sus metas e ir por ellas. El éxito no es otra cosa que la superación de metas. Esas metas pueden comprometernos con el exterior y en este caso nuestro éxito será aplaudido socialmente. O puede que se trate de compromisos personales. No tienen el mismo efecto de cara al exterior, pero son igual de necesarios que los otros para alimentar una buena autoestima.

En efecto, los dos componentes más importantes de nuestra autoestima son: la imágen que tenemos de nosotros mismos y la imágen que tienen los demás.

Pero puestos a elegir, muchas personas preferirían el reconocimiento social por un logro inmerecido, que la satisfacción personal por un reto superado. Y esto en parte es normal. Somos seres sociales. Sin el reconocimiento de nuestros congéneres muchas de nuestras metas no tendrían sentido. Piense sino en las grandes fortunas. Una vez que las necesidades están cubiertas, todo el gasto acaba siendo ostentación de riqueza de cara al exterior. Pero esa misma ostentación es lo que da significado social al éxito financiero.

Imagine por un momento que le ofrecen una fortuna, pero con la condición de que gaste el dinero en cosas estrictamente necesarias: no puede hacer alarde ni ostentación de esa riqueza; no puede comprar un traje de mil si lo encuentra de cien. En esta situación, disponer de esa riqueza perdería en gran medida su encanto. Aunque usted tuviera el convencimiento íntimo de poseer esa fortuna, no recibiría el halago y las muestras de interés de los demás.

El precio del éxito

Valoramos cada vez a aquellas personas que alcanzan el éxito, que triunfan, que parecen haber logrado todo en la vida. Pero no siempre la imágen del exterior coincide con la interior. El verdadero éxito se alcanza cuando tu imágen exterior no traiciona tu propia esencia. Cuando no tienes que renunciar a lo básico para lograr lo superficial.

Pero la veneración por el halago y el aplauso nos hace olvidar a veces que, cuando el éxito no se apoya en los cimientos de la ética personal, es efímero y doloroso de recordar. Es como el globo que se infla y asciende sólo por el impulso del aire que va perdiendo. Sube a costa de vaciarse por dentro.

No debemos pagar cualquier precio por el éxito. Es difícil que llegar a triunfar en todas las áreas de nuestra vida traficando con nuestra integridad.

Si quieres resplandecer por los éxitos conseguidos, debes plantearte metas consensuadas para cada área de tu vida: familiar, profersional, personal, financiera, social…

En una reciente entrevista a la cantante británica Lucie Silvas – número uno en ventas en España, Alemania, Holanda y Francia- decía: «Sé que esto es lo que quiero hacer (componer y cantar) pero sólo puedes aprender a disfrutar el éxito cuando te aseguras de que no has perdido o dejado nada en el camino». Tiene mucha razón esta joven triunfadora de tan sólo 20 años. Casi más importante que lograr el éxito es poder disfrutar de él una vez que lo has logrado.

Y para eso es imprescindible mantenernos fieles a nosotros mismos.

7 ventajas de aprender a escuchar de manera activa

escuchaAprender a comunicarnos bien es una habilidad cada vez más necesaria. Comunicarnos con los demás no es simplemente hablar con ellos.

¿Qué es la escucha activa?

Escuchar no es sólo una cuestión biológica que dependa de nuestra agudeza auditiva. Si quiere comunicarse con los demás el primer paso es conocer la diferencia entre oír y escuchar.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua estos dos verbos no son sinónimos:

oír : Percibir con el oído los sonidos.

escuchar : Prestar atención a lo que se oye.

Oír no es un acto voluntario, los sonidos llegan a nuestros oídos aunque no hagamos nada para que ocurra. Escuchar en cambio es el acto voluntario mediante el cual prestamos atención a los sonidos que percibimos. Se puede oír sin escuchar, pero para escuchar, primero hay que oír.

Pero vamos a ir un paso más allá. Si nuestro objetivo es mejorar nuestra comunicación debemos aprender a poner en práctica la escucha activa . Esto es: escuchar bien, con atención y cuidado, tratando de comprender lo que nos dice nuestro interlocutor.

Escuchar activamente supone estar psicológicamente presentes. Ser conscientes de lo que nos dicen y demostrar a nuestro interlocutor que recibimos su mensaje. Parece que escuchamos pero en realidad casi siempre estamos ocupados pensando en qué le contestaremos al otro cuando acabe su turno de palabra. Vamos unos pasos por delante preparando nuestro propio argumento.

7 ventajas de aprender a escuchar de manera activa

¿Por qué es importante escuchar activamente?

•  Porque si sabemos escuchar los demás sentirán la confianza necesaria para ser sinceros con nosotros.

•  Porque la persona que nos habla se siente valorada.

•  Porque escuchar tiene efectos tranquilizantes y facilita que se eliminen tensiones.

•  Porque favorece una relación positiva con nuestro interlocutor.

•  Porque permite llegar al fondo de los problemas.

•  Porque provocamos respeto hacia nosotros en quien nos habla.

•  Porque es una recompensa para nuestro interlocutor.

Hay que tener cuidado de no emplear la escucha activa con personas que tienen tendencia a hablar en exceso. Escuchar es una recompensa muy fuerte y en algunas personas hablar acaba convirtiéndose en un hábito sólo para recibir esa recompensa de cualquiera que tenga en frente.

¿Cómo se practica la escucha activa?

•  A través de la observación:

Cuanta más información podamos obtener de nuestro interlocutor, mejor. Para ello debemos estar atentos a sus expresiones, a los sentimientos que expresa, a los gestos y a las señales que nos emite para indicarnos que nos cede el turno de palabra.

•  A través de la expresión:

Nuestro interlocutor debe captar por nuestra actitud que le estamos prestando atención. Es importante mantener el contacto visual y asentir con movimientos de cabeza. También debemos acompañar nuestros gestos con expresiones verbales:”claro entiendo”, “ya veo”, “ah-ah”…

Los enemigos de la comunicación

Hay conductas que realizamos, algunas de forma consciente y otras totalmente inconscientes, que son verdaderas cargas de profundidad contra el proceso de comunicación. Por ejemplo:

•  Interrumpir al que habla.

•  Juzgar cada comentario que hace.

•  Ofrecer ayuda que no nos ha solicitado.

•  Quitar importancia a los sentimientos de la otra persona con expresiones como “no te preocupes por esa tontería”, “no te pongas así”, etc.

•  Contar “nuestra anécdota” cuando el otro está aún hablando.

•  Caer en el “síndrome del experto”: Saber lo que debemos contestar cuando el otro no ha hecho más que iniciar su relato.

En situaciones difíciles…

La escucha activa está especialmente indicada cuando debemos afrontar situaciones difíciles. Por ejemplo, cuando nos encontramos ante un interlocutor agresivo, cuando prevemos enfrentamientos o cuando hay muchas interrupciones.

Podemos evitar situaciones conflictivas si conseguimos anticiparlas. Para ello debemos identificar y anotar las personas y las circunstancias en las que posiblemente tendremos dificultades. Debemos anticipar los gestos, las palabras y los sentimientos de nuestro interlocutor y entrenarnos en el control de nuestro impulso de responder para que, cuando llegue el momento, nos podamos mantener atentos y poner en práctica la escucha activa.

Da el primer paso

En estas fechas resulta muy socorrido escribir artículos acerca de qué hacer para que se cumplan nuestras metas. Si uno se pasea por la web se puede encontrar un sin fin de artículos e innumerables recetas sobre los pasos para hacer realidad, este año sí, nuestras metas, propósitos y buenas intenciones.

No nos vamos a engañar. En enero todos nos cargamos de buenos deseos y de un montón de planes para el año que comienza. Están los clásicos de perder peso, dejar de fumar, aprender inglés, retomar los estudios… Y también los que cada uno de nosotros guardamos en el fondo de nuestra alma deseando que se cumplan, sin atrevernos casi a mencionarlos por inconfesables.
Dicen los expertos en esto de planificar, que para que las metas se cumplan, un paso imprescindible es ponerlas por escrito. Y una vez escritas, tenerlas bien cerca y poder leerlas de vez en cuando, para recordarlas.
Una vez escritas, divídelas en pasos más pequeños y decidir cual es el primero que necesitas dar. Si te planteas tu objetivo como un todo se convierte en algo «enorme» y lo más probable es que te sientas incapaz de conseguirlo, o «tan lejano» que pienses que nunca lo podrás alcanzar. Pero, si conviertes cada paso a recorrer hasta alcanzar tu meta en una nueva meta «intermedia», descubres que el esfuerzo que necesitas hacer de cada vez no es tan grande.
Sin darte cuenta, el camino hacia tu objetivo se habrá llenado de pequeñas etapas que pueden ser muy sencillas de alcanzar. Y en cada una de ellas, lo mas importante es concentrarte en dar el primer paso.
Porque … ¿cómo te comerías un elefante? Evidentemente: filete a filete.

El árbol que da frutos

Hoy he leído en Facebook el comentario de un amigo, molesto por lo que se había dicho de él en un artículo en un periódico importante de España. Rápidamente he recordado una frase de esas que te envian por correo electrónico, pero de las que conviene mantener «frescas» en la memoria:

«Sólo se tiran piedras contra el árbol que da frutos«.
Estoy convencida de que si él no fuera importante y no estuviera haciendo las cosas bien, nadie se tomaría la molestia de escribir nada sobre él, ni bueno, ni malo.
A veces queremos el éxito y el triunfo pero no nos preparamos para aceptar las críticas que eso conlleva. Hay quienes nos critican sólo por un ejercicio de simple envidia, pero también hay quien nos critica porque no está de acuerdo con el modo en el que hacemos las cosas, y eso está bien, la diversidad es buena, las opiniones diferentes son buenas… Pero cuando nos descalifican y nos atacan desde la burla porque no tienen argumentos, entonces, lo único que consiguen es elevarnos por encima de nuestros propios logros.
Tal vez sea el momento de plantearnos cómo son nuestras críticas hacia los demás.  ¿Envidiamos el fruto ajeno y le tiramos piedras para tratar de hacernos con él, o nos dedicamos a cultivar nuestros propios frutos?
¿Tú qué opinas?